que todo es eterno
sin caer en la cuenta que todo ocupa
lo que dure
que la vida no se para por lamentos
y cuando te estás levantando te ha jugado
una mala pasada el tiempo.
Ya me lo advertían
que besabas otras balas
que te habían atravesado el corazón
y que te hallabas enamorando
de otros pétalos marinos
apenas mareas bajas
que le hacían perder la cuenta
de si en verdad era a mí a la que quería.
Arrojamos juntos la piedra del te quiero
pero tú siempre fuiste de esconder la mano.
Cayó el amor en picado
dejó agujereado mi tejado
y ahora sólo entran goteras
que no hacen más que recordarme
que me estoy ahogando
y no tengo salvavidas
a mi vera.
Lloré mares y perdí pestañas esa noche,
y a cada una le asignaba un 'me quiere' 'no me quiere'
y entre flor y flor fui recuperando la vista
de la ceguera que me hacía no alejarme de ti.
Como si me lo hubiese susurrado la almohada,
ya mojada, supuse que esta batalla
la superaríamos de nuevo juntas.
Y en lo que el sonido de la tempestad marina,
apoderada de mí, al borde del naufragio, callaba,
susurré de nuevo:
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