pero estoy segura de que a la tercera,
no va la vencida.
Quién se tira desde el precipicio una vez
y acaba pisoteado, no suele volver
a tirarse del mismo, o al menos
desde tan alto.
También tengo claro que en algunos casos,
no importa las veces que subas
porque te va a dar igual la caída
si el precio es ganar la partida.
Y no sé qué es peor.
Porque cuando te haces adicto a intentarlo
es porque tienes fe en algo.
Y permíteme decirte que,
si alguien en estos tiempos de inseguridades,
cementerios de margaritas en mayo,
corazones de piedra
y cabezas hundidas en estanques,
si en estos tiempos a alguien
le perdura la fe en algo, ansía.
Y no sé,
pero si vais a seguir pensando
que a veces cuando quieres algo,
es mejor dejarnos ir,
quizás encontremos la respuesta sobre cuando nos perdimos.
Solo diré, que me he tirado muchas veces al precipicio,
sin frenos, sin ruegos, sin miedos,
y he tocado más el suelo que el cielo
pero
aprendes; que cuando te tiras del precipicio
sin saber cómo vas a caer,
es lo más cerca que estarás nunca de volar,
que una vez que
has tocado fondo el próximo paso
solo puede ser despegar.
Nunca se me han dado bien
los números, pero si creéis
que a la tercera va la vencida
es que os gusta la derrota muy rápida.
Muy rápida.
Y que no sentís, ni de lejos, lo que es,
la libertad.
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