domingo, 21 de mayo de 2017
Cobardía a nuevos principios
Lo siento mi amor
pero creo que te tienes que ir,
no pienso moverme yo,
tomarlo, como que huyo de ti,
te estoy echando de los huecos
que hay entremedio
de mi corazón que una vez
alguien distinto a ti ya me partió.
Me miras las pupilas y me yacen dilatadas
parecen gladiolos y sus hojas mis pestañas
lilas por el llanto que me arrastra pedirte que no vuelvas
y despavorida
porque la última que caiga
perdurará eternamente
el maleficio que me hechizaron tus ojos
para enamorarme de ti.
Tengo el vértigo metido en las medias
y ya no me permito mirar al suelo
por mucho que me flaquee el alma
la razón me ha enseñado
que no puedo dar un paso
hacia delante sin chocarme
si sólo te miro; a ti,
que intento ubicarte abajo
para concienciarme
que igual a lo que temo
es a volver a querer.
Vete.
Me equivocaba al arrojar hacia delante
la piedra para ir por la tangente,
eso solo conseguía que
me la encontrara de nuevo más adelante.
No sé que me has hecho,
a mí ya me habían destrozado
antes el pecho,
y tú llegaste fatuo
con el ademán de reconstruirlo,
Yo reía;
fluía imaginando que jugar a querernos
no era más que otra tontería
que hacía para complacerte,
yo ya no tenía sentimientos.
Pedía a gritos que alguien me salvase de mí misma,
y debí gritarte desalentadora
o susurrártelo demasiado fuerte
pero barriste mis cenizas
y me sembraste un nuevo fuego.
Querría volverte a pedir que te vayas,
que esto no debería pasarme,
no a mí que juré
que nadie más volvería
a jugármela.
Pero qué le voy hacer ya,
yo ya no creía en que apareciese
alguien distinto que me rompiera de nuevo,
yo, que no creía en el amor,
pero
aquí me ves dedicándote letanías
y creyendo
en
ti.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario