Necesito suspirar para relajar
un pecho dañado por flechas.
Me es imposible hallar la calma
en medio de la tempestad que
sumerge a mis pestañas esta noche.
Me busco entre lo que escribí
un día mientras esperaba
a que alguien me arreglara.
Pensaba entonces
que estaba rota;
y por inercia mentía.
Ahora me miro
y es cuando asumo
que estoy a trozos,
partida.
No tengo fuerzas para apostar más alto.
Ni fuerzas;
ni ganas.
Contradictoriamente,me perdura
el tener valor de no rendirme.
Me queda el orgullo y ese hilo de esperanza,
que me echa el aliento en la nuca,
a punto de tira,a punto de huída,
[caliente; pecante; incitante.
Me dice que lo siga intentando.
Y no sé cómo salir a flote,
si cada paso que doy me traga más la tierra.
Igual el mundo me está indicando
que tengo que desaparecer
y yo sigo haciéndome
la tonta aquí abajo.
De nuevo, en bucle, se repite.
Me ha clavado la flecha en el blanco,
de lo que reservaba por debilidad.
Ahora que cupido ha acertado
ya puedo ponerme a llorar.
La cabeza mira el suelo,
y al corazón también
lo va absorbiendo.
Antes de dañarme
le supliqué por ti.
Y en ellas me hallo
aunque ni yo me crea,
aunque ni tú me quieras,
aunque ni yo deba,
aunque ni tú merezcas.
Le supliqué por ti.
Dile que vuelva;
no soy tan fuerte: te echo de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario