domingo, 8 de octubre de 2017

Entre ninguna parte y el olvido.

Vivo cómoda en las nubes
pero no cuento con que 
realmente dónde estoy 
es encima de una tormenta.
Esta vez he provocado yo el diluvio.
Estaba oscuro, 
no me culpes,
la noche.
Suelo sorprenderme a mí misma,
porque tengo la capacidad de borrar 
de mi piel un verso,
pero si es en cuanto a tus besos
no soy capaz ni de arrancar la página.

Le debo cuentas a la razón,
y es que me truena el corazón
y yo busco la forma de regresar,
aún ya habiendo sufrido el daño.
Pienso en qué hacer,
para que vuelvas,
para que volvamos.

Sonrío.

Ah tú no huyes,
tú nunca te has ido.
El problema es que 
jamás has sabido quedarte.
Mañana estará superado,
ya sólo puedo ascender.
Entonces es cuando me repito
que ya no te quiero,
solo para ver si así con la duda 
te hago volver.

Les surge preguntarme por qué no te olvido.
Que busque nuevas pieles y me erice.
Que cierre de una vez las cicatrices.
Que no te sonría ni recuerde lo vivido.
Que por qué no he huído;
si estar contigo solo me ha dolido.
Que por qué lo sigo intentando.
Que por qué no te saco,
que por qué no te estoy sacando.

Sonrío.

Saber la respuesta
es lo único sencillo.
Lo he aprendido.
No sería tan real,
no sería tan sincero,
no serías tú,
y yo no soy tan fuerte;
te echo de menos.
Creo que lo has entendido.
Un clavo no saca a otro clavo,
solo hurga en lo herido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario