Desde que cosí mis vísceras he aprendido amar mis rotos
y que no todos tienen un descosido que les arregle las alevosías
que les ha ocasionado el tiempo.
He aprendido que llenarse de odio solo conlleva a desprenderlo
y que todo lo que sueltas por tu boca afecta a los ojos de las serpientes
que buscan saciar su vacío con las ansias de devorarte.
Te pido perdón por pretender que me quisieras.
Yo siempre he tenido el cerebro en las nubes
y el corazón bajo tierra,
y es que no puedes rogarle amor a quien es de piedra
ni que se deje querer a quien no necesita que le quieran.
Sola he descubierto que la vida son los baches
que nos aseguran que seguimos existiendo.
Y ahora sonrío cada vez que veo moratones
y me creo fuerte cada vez que el destino intenta arrastrarme al camino del pasado.
Ese al que nunca se debe olvidar para no perder tu esencia.
Ese al que nunca se debe regresar para no cambiar tu camino.
Para no buscar respuestas en el mismo lugar donde te planteaste las preguntas.
Y es que amo efímero y vivo rápido,
confío en mis palmas y en mis sienes,
en recordarme que me quise mucho antes de empezar a quererte
y que el amor se consume cuando se queda sin gas el mechero de las ganas.
Me rodeo de tréboles por tener la cabeza en el futuro y sonrío,
mientras cavo el pasado que me hizo ver lo que soy y que me recuerda
que nunca soy yo si pierdo mi esencia.
Veo el miedo como mi mecanismo de defensa y me quiero tanto como me curo.
Cierro puertas, quemo versos,
aprendes a dejar de temer la partida cuando
sabes que te has convertido en nómada de todo aquello
que consiga hacer que te quieras de nuevo.
Dejo de aferrarme a lo que por más que me completó
ahora provoca mi vacío
y le deseo plenitud a esos huecos oscuros que me obligaban a alumbrarles.
Soy un monstruo helado que ni busca amor,
ni ser amado, que ni quiere ni tiene reparo.
Rechazo volver a quien me hizo feliz y a lo que dejé a medias.
Porque con la vida, aprendes,
que si hubieses sido demasiado feliz nunca te habrías marchado,
que si hubieses sido llenado del todo nunca te habrías quedado partido.
Cojo mis esperanzas y apuesto por mí.
Nunca he dejado de quererme, así que soy a la única que no voy a consentir fallarle.
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