Solían cantarme nanas cuando no podía dormir
y quizá sea por eso que ahora soy quien las escribe
cuando me llama el insomnio.
Si me lo producen las ganas de apaciguar mi estrépito pensamiento
me narro en alto que si no te echo en falta es porque realmente nunca te quise.
Y créeme que he gritado más cuando he descubierto que no sé querer
que cuando con tu silencio me clamaste que tú ya no lo hacías.
Intenté concienciarme de que era el momento de asentarme
a las llamas que se prendían cuando me veías
y yo siempre he sido demasiado fría para buscar algo de ardor.
Adoro la sensatez que me produce el saber que camino sola,
saber que estoy perdida me hace pensar que peor sería que estuviese perdiendo.
Y es que aunque nunca sé bien adónde voy, tengo claro adónde no volver.
Derramar latidos por las cuencas en forma de lluvia limpió el paisaje
e hizo ver la imagen que me sugería que el huracán que había arrasado mi vida,
solo era el solsticio que haría que empezase a volar mi falda de nuevo.
Me engañé pensando que amar era sinónimo de jaula,
y desde que no estás y he abierto las plumas
no las utilizo para otra cosa que no sea usar la tinta.
Y eso que odio dedicar versos
porque reflejan entre rimas que a veces he querido.
No me creas.
Nunca he reunido tanta valentía
como para lanzarme a decir amor a alguien que no sea yo.
Pero qué te voy a contar de eso.
No va a sorprenderte.
La diferencia es que tú sigues moviendo el polen de los sentimientos
para depositarlos en otra reserva,
y nunca has conseguido
que se impregnen tanto a tu piel
como para no irte de esos pétalos.
Deja de engañarte.
Yo ya he aprendido que ir de flor en flor
no sirve de nada si nunca has creído en la primavera.
Quizá por eso huimos cuando sentimos que estamos en casa.
Quizá por eso solo nos utilizamos para reconstruirnos.
Siempre he sido de surcar luceros y apagarlos cuando sonrío,
siempre me he creído en la luz y quizá sea por eso que me acerqué a ti,
que siempre has sido oscuridad,
porque solo se ven las estrellas cuando el cielo está ennegrecido.
Por eso te he perdonado que manchases mi camino.
Así que por pésimo que haya sido, gracias por aparecer.
Sin ti no habría visto que soy capaz de brillar sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario