Me
pesa cuando sé que es justo lo que te salvaría,
cuando
quizá ni siquiera te percatas de que es justo lo necesitas,
cuando
sientes que tú no te quieres y no puedo gritártelo;
cuando
tú me lo demuestras amando mi desorden,
abrazándome cuando he vuelto a
destrozar todo y me quiero hacer la impasible, perdonándome aquello por lo que
todos me juzgan.
No
sé pedir ayuda.
Sé que te preocupa porque has pasado noches en vela
buscando la manera de auxiliarme sin que me sienta débil porque lo hagas.
buscando la manera de auxiliarme sin que me sienta débil porque lo hagas.
Has
pasado insomnios planeando cómo contactar con mis pupilas fugitivas,
intentando
hacerme amar mi presente para que aleje de mí mis idílicas premoniciones y
empiece a perdonarme por mi pasado.
Has
combatido en la oscuridad contra mis fiebres pueriles,
has
escuchado que gritaba con la boca cerrada,
me
has protegido cuando has creído que no era el camino.
Aunque
yo pensase que sí lo era.
Y
al final nunca terminaba siéndolo.
No
sé controlar mis formas.
Y
te acercas con unas vísceras que han vivido demasiado y no presumen por ello;
ni me dan lecciones; ni me culpan; solo se sientan.
Sabes
entender mi tempestad cuando ni yo comprendo en qué momento estoy a punto de
explotar y es que de repente exploto.
Entonces
estás.
Entonces
calma.
No
sé compartir la vida con alguien.
A
veces ni siquiera sé convivir conmigo.
Pero
eres la única alma que sabe abrazar mis fantasmas.
Comprender
mi idolatría a la soledad,
mis
días en los que no me apetece escucharme,
y
aquellos en los que echo de menos que alguien lo haga.
Ojalá
supiese aprender.
Así
como tú has aprendido que te podasen una rosa, no te hacía menos mujer.
Así
como tú has aprendido a besarte las heridas cuando más rota estabas.
Así
como tú has aprendido a quererte cuando más sola te dejaron.
Así
como tú has aprendido que se puede llorar y no por ello no ser fuerte,
que se puede luchar y no por ello tener que ganar siempre;
que se puede perder y no tener la culpa de tus fracasos.
Y
aprender de lo roto, de lo perdido, de lo que se te ha ido.
Así
como tú has sabido sacarme a flote aun estando tú hundida,
a aceptar mis faltas
de apego, mis desprecios ante tus preocupaciones.
Así como tú has aprendido a ver la muerte como parte de la vida
y con ello me has enseñado a vivir.
No
sé decir un te quiero que pueda expresarte
lo que sé que he aprendido a
escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario