domingo, 25 de junio de 2017

El escenario de la vida





Vivimos en un circo.
Actuamos por un par de peniques
que necesitamos si queremos gasolina
para subir la próxima recta
que nos lleve a la estación de nueva partida.
Pasas buscando ideales,
esforzándote por llegar a algo
que no esté al alcance del de al lado,
con un ojo en el futuro
y frente apuntando al pasado;
para acordarte de lo que ha dolido
y de aquello que has abandonado.

Vas por las manos de diferentes directores;
dependiendo de la edad, el momento y tus valores.
Palos guías que te dieron luz sustituidos por parásitos que absorben tu jugo,
y te contentas porque 4 de ellos te aplauden
y te alumbran los focos de la sandez.
Y si en verdad en vez de acróbata sea yo un payaso,
en lugar de por la cuerda floja me hunda boca abajo,
si la sonrisas que me dedican
no son en realidad  alegría,
si no tonos de burla.

Dime que piensas,
que soy insulsa
o lo parezco.
Déjame pensarme como yo me quise,
déjame quererme como yo me pienso;
y cuando asimile que en ambos casos me equivoco,
pasaré por elefante y subiré a lo alto,
para tirarme sin miedo ya a tropezar.
Esta sociedad se comió mis ganas de llorar,
disipó mis ansias de ganar,
me juzgó por perdonar, por fallar, olvidar.
Me he lanzado como quien imagina piscina,
y me he comido el suelo de la realidad.
La vida es un maldito océano del que te tienes que salvar,
y a todos nos escuece bucear con sal.

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