Siempre hemos sido más de guerra
que de paz, pero en mitad de bombardearnos la risa llegaba la tregua.
Siempre hemos sido de pedir deseos sin mirar a las estrellas,
de esquivar los besos cuando los pedimos y de robarlos cuando no podemos ni vernos.
Siempre hemos sido de hacerlo torcido.
De no dejarle nada al destino y mover las fichas en el tablero,
tú de apostar por mí cuando tenías el mundo en contra,
yo de revolverme cuando todo pintaba a babor.
Pero qué iba a hacer,
si nadie sabe qué se hace con el amor
cuando el orgullo pacta con el miedo.
Siempre hemos sido de no aguantarnos la mirada
sin jugar con manos torpes que querían hacer heridas,
a ver quién era más fuerte, a ver quién más quería
y nos ganó el tiempo de la vida.
Siempre hemos sido de querernos cuanto más lejos estábamos,
de vomitarnos odio cuando podíamos abrazarnos
y de callarnos lo que sentíamos por temor a lo que pensáramos.
Siempre hemos sido de tropezar con la piedra aposta,
de arrojarla al camino del futuro inútilmente,
porque nos la hemos acabado encontrado tarde o temprano de nuevo.
Siempre hemos sido de perder el tiempo que ahora nos hace falta.
No he dejado de culparme. Sigo pasando por el sitio de nuestro recreo,
por ese metal que llamábamos paraíso detrás del césped que surcan los balones;
y por el otro al que creíamos Edén y no era más que nuestro trozo de asfalto;
y nos recuerdo tiritando, sanando balas que un día
nos hicieron dejar de creer en lo que ahora habíamos creado.
Pero más me duele oírte decir que solo fue nuestro pero que ya no es,
más me duele mirarte sin el beso de después.
Más me duele saber que ahora lucho sola,
que sigo intentando incendiar un océano con las cenizas de lo que nos queda, esas que me he quedado.
No es justo pedirte nada, pero no me olvides.
Busca otras faldas, les suplico que te quieran,
ahógate en otras piernas, que despierten tu infierno
y apacigüen a ese demonio que surge cuando te das cuenta que no eres tan fuerte.
Quédate con quien descubra que tú solo echas de menos lo que siempre habías odiado.
Porque quiero algún día decirte que yo tampoco lo he hecho.
Porque quiero seguir siendo aunque te hayas ido.
Aunque me haya ido.
Aunque no nos vemos.
Siempre vas hacer que me brillen las pupilas, y no hay versos a esa altura.
Ni a esa magia. Ni a ese miedo.
Sé feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario