domingo, 29 de enero de 2017

Volver a inhalarte

Y como cada noche cuando te (es)fumaba(s)
era entonces cuando me preguntaba
qué cuando iba a dejarte;
y era entonces cuando respondía
que sabía podía dejarte cuando quisiera
pero que no lo haría.
Y te besaba absorbiendo tus labios
y los soltaba justo antes de que te fueras,
cuando todo se volvía humo.
Humo que me cegaba,
que hacía que te quisiera,
que hacía que te buscara
para volvernos a encender
y acabar a balas
o siempre encima de tu (...)
Ya me lo avisaban por ahí,
quién juega con fuego,
se acaba quemando,
pero alomejor lo que yo andaba buscando
era un poco de calor.
Y al final todo acabó en llamas.
Me hiciste arrojarme por ti al precipicio,
era demasiado tarde,
te habías convertido en vicio,
y acabé pisada como colilla,
con mis vísceras llorándole
a la luna de tanto tentar a la suerte
al arriesgarme siempre contigo.
Te juro que lo he intentado,
darte una segunda calada,
pero es que se le ha acabado el gas a nuestro mechero
de tanto soplar la llama para pedir deseos.
Desear que vengas.
Aunque sea sólo para hacerme daño,
he acabado enganchada a tus pupilas,
y es que ahora el insomnio sin ti sólo son ojeras.
Y como cada noche
en mitad de abstinencia de ti,
intento que no me ardan los ojos.
Y es entonces cuando me pregunto
qué cuándo ibas a volver,
y es entonces cuando me respondo
que sabías que podías volver cuando quisieras,
pero que no lo harías.