domingo, 23 de mayo de 2021

Los domingos

A mí la vida me sabe al sudor que vomitan las pesadillas. 

Los lunes, la vida me sabe a esa fría agua que llueve de las pesadillas; 

que hace repudiar a los huesos, 

pero le das las gracias por haberte despertado. 


Yo siento la vida como la lengua un limón. 
Y extraigo todo su jugo. 

Pero arrugo los momentos 

y cuando aparto los gajos de mis días, 

la vida me sabe tan agria 

que paso los martes sin dar a conocer mi lengua. 


Los miércoles la vida me sabe a vértigo

Todas mis manitas están agitadas 

y quieren que sea parte de su suelo, 

pero a mí me ascienden las arcadas 

y no salto porque me da vértigo la rutina. 

Y a ti te quise porque parecías saber a vértigo. 


Y los jueves te pido perdón porque la vida me sabe a confeti 

y tengo que salir a reír con cualquiera cuya boca 

me sepa a violetas, a pan con mermelada, 

a nata, que es a lo que sabe el amor; 

a oro, que es como gusta el éxito. 

Y claro que regalo besos fácilmente 

pero es porque a ellos no se les arrugan los momentos 

ni sienten este asqueroso jugo mío. 

Y a ti se te arrugaban y tú también lo sentías 

y yo no podía hacerte eso.


Trazo un lazo muy bonito con mi saliva 

y cala en las palpitaciones de cualquiera,  

entonces los viernes la vida me sabe a mar;

yo parte de las olas, juego con la espuma 

y soy guapa. 

Tú me llamas guapa y todos me veis bonita 

porque sigo el ritmo de vuestra espuma 

y me bailan las olas y me tocan las castañuelas. 

Y los sábados la vida me sabe a aplausos 

porque los viernes me tocáis las castañuelas, 

y guapa, yo me inyecto el elixir de las noches 

y esas lunas os entiendo. 

Os entiendo y me queréis porque os escucho. 


Pero con las nubes rosadas llegan los domingos 

que es cuando más me como la vida. 

Porque no me sabe a nada. 

Devoro cada ración que me da 

para ver si alguna no me sabe a vacío. 

Y me lloro en mitad de las palabras que hizo verso algún muerto,

me duele el elixir de anoche, 

le cojo miedo a las mareas, 

no recuerdo el nombre de ti, boca de fresa,

ni de boca de olmo, de gasolina, de almendro 

(pero me acuerdo de la que quise porque 

pretendía ser parte de mi vértigo). 

Y vuelve mi agria lengua seca porque no logran ser parte. 

Y tú por eso siempre vas a sudar los lunes 

porque es cuando tienes pesadillas.

Y yo por eso siempre escribo los domingos 

porque es cuando la vida me sabe a vacío.


Dibujo Sofía Rallo.




domingo, 16 de mayo de 2021

La esposa de Elcaná



Me asusta la gente sin alas.

Por eso huyo de quedarme.


Cuando estoy por el cielo,

la gente a la que he besado

haciéndoles firmar de antemano 

que eran conscientes de que yo solo estaba de paso, 

me saben a pena.

Considero un peligro a la gente sin alas porque me dan pena.


Y tú me llamas flaca. 

Él también me llamaba flaca 

incluso nosotras, mi niña, 

algún día nos hemos sentido flacas. 

Pero solo nos limitábamos a dejar un poco de carne 

en cada pedacito de ser que conocíamos 

a ver si un día quería hacerse unas alas.


Cuando les doy la receta, 

me dicen que les duele el amor, 

que tienen el dinero enfermo, 

que quiénes son los niños sin zapatos por los que lloro, 

que mañana ¡ay, su mañana!


Y menos mal que yo no soy de aquí.


En realidad nunca soy de ningún lado 

porque siempre estoy de vuelo. 


Y por eso no quiero conocer piecitos 

y cuando éstos descubren el tamaño de mis alas, 

salen corriendo. 

Y a mí se me caen las plumas 

cuando vuelvo a cenar abandono.

Entonces recojo una del suelo 

y a ti que te has ido te hago un poema. 

Así me han enseñado a mí las nubes que se cosecha.


Nunca me han cabido en vuestros panes, 

pero yo me quedo a amasaros, 

a lameros los ojitos;

a mí me gusta cuando sois chicharra 

y cantáis porque sois un buen día.

Me hace burbujitas en las sienes 

y en esos momentos, 

hasta me siento parte de algo y se me olvidan mis alas.

Siempre os recibo con la garganta contenta 

y os reís de mi faringe alegre 

y a mí me hace bailar porque 

hasta me siento parte de algo y se me olvidan mis alas.


Pero pronto empiezan a dolerme 

y busco un banco en el que pueda agitarlas sin la abrumada incomprensión. 

Y me decís que miento, que por qué nunca me dejo estar, que ahora sí era pero yo nunca ahora 


yo sola 


y me achucháis las alas y se me escapan y me decíais que erais distintos pero a mí se me achuchan y no encajan. 


Dejad de gritarme cobarde. 

Podría prometeros que siempre lo intento 

pero no me comprenderíais.


Para mí lo más bonito que seré capaz de hacer por alguien es dejar que vuele.

Por eso a mí nunca va a dolerme estar sola. 


“Cuando te veas que ya no puedes más, no te pongas más.Nos queda mucha vida, Laura . ”