Siempre he querido superarlo o apaciguarlo,
pero nunca ha coincidido el ritmo
de esas flechas con el de mis sentidos.
Encuadro mi vida entonces en un atasco.
En una aglomeración de casualidades
que conforman lo que soy.
Que me asfixian cada vez que trato acelerar.
Que me retienen en medio de una humareda
que me hace ser consciente de mis carencias,
de lo que he perdido,
de quién soy a los ojos de los cientos.
Esos días son grises y me visitan mis buitres.
Siempre los miro con añoranza
y pienso en lo feliz que era cuando los creía mariposas.
Luego vuelven a arrancarme las tripas
y a escupirme por el mismo pico que un día me juro amor.
Y deseo odiarles.
Odiarles por el sadismo que desprenden hacia mi carne muerta,
hacia estas entrañas podridas, roídas por el malquerer.
Pero luego solo soy capaz de pensar que les debo unas disculpas.
Estaban en lo cierto.
Creo que nunca es tarde; así que lo siento, “yo tampoco sabía cómo querer, estaba improvisando”. Aunque siempre habrá caminos más ligeros donde saben de qué va la vida.
Es más fácil vivir con quien no se pierde.
Y yo siempre divago entre varios senderos.
Y es que no puedes elegir una dirección
cuando sientes que ya no perteneces a ningún sitio.
Ahí llega el momento en el que braman
esas malditas agujas de nuevo en mis oídos
y solo quiero romper el cristal y deshacerme de este atasco.
Luego pienso que fuera de este hemisferio
tampoco me comprende nadie
y ahoga mis ganas de escapar.
Encerrada en medio de los dos tiempos pierdo la fe en mi existencia.
Hace tiempo que todo mi alrededor ha comenzado a descomponerse.
Me escuecen los ojos por tenerlos abiertos
pero con tal de seguir viéndote la cara
no los cerraría en mi vida.
Lo tengo claro cada vez que me dicen lo que es correcto.
Te prometo que jamás he dudado de la bondad de tus yemas,
de lo que me llena tus brazos.
Te juro que no es amor cuando me acerco a quien quiere quemarme las palmas,
pero solo sé hacer versos cuando alguien hace que me salten chispas.
No confundo los caminos, no hagas resonarlo,
ya he llovido mucho intentando aprenderlo, te pido que no hagas resonarlo.
Entonces ensancho mis pupilas de nuevo y me dejo estar.
Claro que si fuese la última vez en mi vida que voy a poder abrir los ojos .
¿A quién elegiría mirar?