siempre pensarán que volar es una enfermedad.
Y es que deshacerte de tus cadenas no es fácil
cuando no has probado la paz que te produce la libertad.
Hace tiempo que has convertido tus adicciones en religión
y resulta que amas a tu dios por encima de todas las cosas.
Pero aún así no paras de intentar salir a flote
de un vaso colmado de agua
en vez de optar por bebértelo
antes de que desistas,
ya que solo consigues rodear el borde del cristal en círculos.
Asume que vives en una pecera.
Y que esa agua de la que respiras
es la misma que hace que te escuezan los ojos.
Sé que te pesan más las horas que las palmas
y que el mínimo esfuerzo que estás realizando
a pesar de hacerte sentirte feliz,no te hace ver la cima.
Quizá te frustre estar yendo en dirección contraria,
sin saber, inocente,
que tu vicio era lo único
que te hacía nadar en contra de ti mismo.
Claro que siempre quieres correr sin rumbo
allá donde nadie sepa quién eres
para huir de los fantasmas que otros te crearon.
Claro que en esa carrera absurda de salto de obstáculos
retumba en un recóndito lugar de tu mente que estás perdido.
Aunque siempre te niegues a reconocerlo.
Es mejor hacerte de roca,
a esas nadie las pisa por temor a torcerse los talones.
Y es el lugar perfecto donde resguardas esa soledad
en la que escondes tu agonía cuando piensas
que vas a volver a cometer un crimen.
Recaer nunca será sinónimo de hundirse.
Es el empujón que necesitas para llegar más alto.
Así que te lo pido a ti aunque ya no seas,
aunque ya no estés, aunque no te veas y te eches de menos.
Aunque hayas cambiado, aunque pienses que estoy equivocada,
aunque pienses que siempre aciertas.
Sigue intentando salir.
No te rindas,
libérate de las cuerdas que te sujetan
para que no caigas a ese precipicio que tanto te asusta.
Lánzate al miedo.
Siempre será la única forma de la que podrás perderlo.
Sé que vas a conseguirlo,
nunca dejes de luchar contra aquello
que aunque requieras consumir,se está oponiendo a tus sueños.
Y cuando pienses que todo vuelve a irse a la deriva
y que necesitas lo que has dejado atrás para poder seguir adelante;
recuerda que si realmente te hiciera quererte
nunca habrías optado por alejarte.
Y siempre que quieras que vuelva,
recuerda que la última vez que caíste
fue por andar mirando tus espaldas.