sábado, 30 de enero de 2021

Anagnórisis

Miguel Hernández

Miguel Hernández 




 “Eres así. A veces tendrías que aceptarte un poco.
 Nunca has vivido cómoda porque tú no eres un sitio donde sea fácil el ser.
 Pero cuando eres, es el mejor sitio del mundo; 
y cuando el alguien lo vive ya siempre quiere sentir eso pero entonces tú sola,entonces tú corres. 
No te culpes tanto.”


Claro que salir de la esquina 

me hizo devorar con ansias 

muchos pasados que me besaron diciendo 

“¿por qué no has llegado antes?”

Y la realidad es que suelo compartirme 

con la única persona que me castiga 

y esas noches lloro 

y últimamente nadie entiende lo que escribo 

y me lo gritan 

y a veces hasta hay suspiros en pena. 

Y yo esperando a que vengan 

a decirme que por lo menos escribo. 


Las temporadas de sequía consigo creerme que he encontrado el timón de mi vida 

o que no me importa ya estar navegando a la deriva. 

Allí en el fondo está mucha gente a la que he hundido.

Hoy por ejemplo hace catorce estrellas 

que no llamo a mi Rea, 

setecientas lluvias que me acurruco con mis dudas 

y una vida desde que me siento sola.


Las piernas me piden que pare 

y el cerebro que deje de usarle 

como vía de emergencias 

y las vísceras me alertan 

de que mi boca no está muerta 

pero prefiero silencio.

Y busco una calle 

donde nunca tenga que explicar lo que pienso 

y me toman por monstruo 

y me acuerdo de él, de mí; 

y me odio porque nos parecemos, 

me repudio porque tenía razón,

porque aún la tiene.

Y me prefiero sola.


Me pavoneo con el vestido soledad 

que tiene por capa a los cadáveres que me cargo.

Ellos reclaman al yo que les he presentado

atestiguan que diferente en cada uno 

porque ninguno coincide 

y tendrán razón porque ni siquiera me reconozco 

en una de esas máscaras de las que me sueñan.

Prefiero vivir a margen del ruido.


Toda la vida encontrándome sola en cualquier parte 

por no querer reconocer que en realidad 

lo que me siento es incomprendida.






martes, 26 de enero de 2021

Negro

Paso los días escuchando gritar a pájaros a los que les pesa lo superfluo. 

A veces me pregunto que dónde llevo yo toda la vida volando si mi cielo no es el suyo. 


Claro que consuelo su piar y a veces incluso  he querido ser lo que suenan, a veces incluso he conseguido sonar como parecen, pero entonces ya no estoy yo,y vuelven mis conflictivos yo a enfrentarse conmigo porque resulta que hoy quiero ser más que lo que fui ayer porque la realidad es que no me siento nadie. 


Y arrastro esa soberbia con la que me calzo devorando libros porque un día me obsesiono con desmaquillar a las mujeres que tienen la cara llena de manchas de vino y acabo llorando porque no sé cómo hacerlo todavía. 


Intento de nuevo adentrarme en las mayorías y les hablo de lo que habrá por encima de los árboles pero me responden que solo aspiran a crear un nido. 

Y yo no sé cómo juntar ramas y ni siquiera busco con quién unirlas y me paso los meses pensando en un niño que se conforme con un caramelo de los cien niños que ya teniéndolo están berreando por una piruleta. 

Y me sumerjo en la locura hasta encontrar un caramelo, con el miedo a que mi niño se haya muerto cuando yo le consiga su premio. Y se muere, entonces lloro. He perdido. A veces pasa. 


Después le pido a mi monstruo un tiempo para dibujarme otra fachada 

y como tengo que aparentar que no estoy loca, a veces me invento que te echo de menos o que me produce amor algo y así se les pasa. 

O me río y así no escribo. O no camuflo y así siento que encajo.

Pero me rumian las sienes y me obsesiono con un verso y es que entonces es lo único que puede pararme el llanto y cuando no lo encuentro, lo escribo y esas noches, al fin, duermo. Por eso es que llevo mucho tiempo con insomnio. 


Las lunas me las paso bebiéndome las lágrimas que me han hablado ese día y llegas tú y me dices que por qué nunca escupo y me callo porque se me ha olvidado. Y pienso en el hombre que siente calor entre unos cartones y en vez de explicarlo digo que es porque no lo necesito. 


No lo entienden. Hay cosas más importantes. 


Me abrazáis, me decís que no sé vivir 

y os miento diciendo que os voy a hacer caso porque lo pronuncio pensando en sumergirme en un nuevo texto 

que me dé ganas de cambiar un mundo del que no me siento parte. 

Pero pienso en la mujer, en el niño y en el hombre y siento que se lo debo 

y de repente se me pasa.

Y esta mañana perdí pero ahora puedo. 

A veces pasa.