domingo, 20 de enero de 2019

Cimas

Llevo toda mi vida buscando la superficie
sin saber que estoy naufragando circunscrita a las paredes de un pozo.
Cada vez nado más deprisa pensando que quizás
así, pueda besar más rápido el cáliz luminoso.
Estas piedras negras son todas iguales.
Pocas rozan esta agua,
y envidio su indiferencia por conseguir los destellos.

Me han llamado cansancio.
Lo comprendí después de que el reflejo del cristal nítido
me enseñase las cuencas de muerte que luzco.
Me estoy dejando las yemas en estas ondas
pero sé que pronto estarán secas.
Siento frío.
Creo que el sentido en el que giro
siempre es el mismo
y no me eleva a tocar el cielo.
¿Dónde están los que me prometieron
que nadar contra corriente era la clave del éxito?
Me asfixio porque nunca sé si lo alcanzaré.
Y me odio.
Odio que necesite ver a los peces
que están por debajo de mí
para sentir que estoy ascendiendo.
Y mientras los cerdos caminando encima mía.

Me están quitando la cordura
las injusticias que el mundo ha creado.
Premia a esos despreocupados pedantes
que no poseen más saberes que el de saberse ricos.
No queda sitio para el arte
en unos bolsillos con ansias de billetes.
Me estoy chocando contra los muros, muriendo.
¿Dónde están los que me dijeron
que no abandonase mi camino?
Que vengan a ayudarme a buscarlo.
Porque me estoy perdiendo.
Me estoy ahogando en esta agua de penas
que me incita a dejar de nadar.
Todo sería más fácil.

Me he olvidado de vivir por buscar el futuro.
Se escondieron los días y se acumularon las horas perdidas
en esforzarme por sobrevivir para disfrutar mañana.
No encuentro nada de mí en mí
por andar intentando averiguar quién seré.
Y cuando estaba tragando agua,
decidí escupirla.
Voy a salir del pozo escalando.
Dormirme entre estas aguas va a hacer que sueñe.
Pero es que he dejado de creer que sólo puedes cumplir tus sueños
si antes, estabas dormido.