domingo, 28 de mayo de 2017

Pólvora

A ti; que no dejas de estar estás, aunque ya no se te ve.



Amigo, compañero, mosquetero
¿ por qué has abandonado
tan pronto el libro?
¿naciste con menos páginas,
o te las consumió la risa?
esa que alguna vez
me sirvió de abrigo;
ahora me serviría
para cubrir la herida
y achucharla
para que deje de sangrar momentos.
Me crece un Etna dentro,
no es justo, lo sé y lo siento;
que vaya a dedicarte
los versos más tristes
que jamás he expulsado.
La lava me llega a los ojos,
y hasta ellos, aunque antes rotos,
comienzan a erupcionar.
Y no hay río,
ni aire frío,
que me llegue a calmar.

Me obligan a rezarte al suelo,
como intentando hacerme creer
que dejaste de ser rey
en contra de tu voluntad,
y te pusieron a los pies
rodeado de los demás,
cuando tu corazón;
no me lo abarca ni un altar.
Y me da por mirar al cielo,
cuando tu sello huelo
por las escaleras
que hacia lo que llamábamos paraíso.
Me apodera la rabia.
Intento buscar culpables.
Se me cansa el alma
y me punza aguda,
solo corro entre cipreses
para agonizar tu partida.

Traduzco nudos de garganta
por echadas en falta,
y veo que te introducen
en ese infierno de madera,
como caes en una trampa
de la que nunca podrás salir.
Entonces me acerco a la tierra
justo hundo las manos adentro
intentando rozar tus palmas,
sacarte la fría calavera
aunque sin canicas,
y sin tu barba;
tirarte a mi lado,
hay mucho aún sobre lo cual
no me has contado.

Nadie nos dijo que estaríamos preparados para perder a alguien.
Y no hablo de cuando huyen y tú les quieres;
porque ni eso era amor, ni ahí tú necesitabas salvarte.
Hablo de cuando les obligan
a irse para salvarse;
y tú les quieres tanto
que lloras por mantenerles.
No estaba lista.
Quizás siga sin estarlo
y por eso no lo asimile,
y quién dice que alguna vez
podré lograr estarlo.
Te quiero,te anhelo,me sincero
a todo aquello que no tuve
momento ni valor de decirte.
Es tan fuerte lo de dentro;
que a veces opto yo por irme,
a seguir orando para que vuelvas.
Amigo, compañero, mosquetero.


domingo, 21 de mayo de 2017

Cobardía a nuevos principios




Lo siento mi amor
pero creo que te tienes que ir,
no pienso moverme yo,
tomarlo, como que huyo de ti,
te estoy echando de los huecos
que hay entremedio
de mi corazón que una vez
alguien distinto a ti ya me partió.
Me miras las pupilas y me yacen dilatadas
parecen gladiolos y sus hojas mis pestañas
lilas por el llanto que me arrastra pedirte que no vuelvas
y despavorida
porque la última que caiga
perdurará eternamente
el maleficio que me hechizaron tus ojos
para enamorarme de ti.

Tengo el vértigo metido en las medias
y ya no me permito mirar al suelo
por mucho que me flaquee el alma
la razón me ha enseñado
que no puedo dar un paso
hacia delante sin chocarme
si sólo te miro; a ti,
que intento ubicarte abajo
para concienciarme
que igual a lo que temo
es a volver a querer.

Vete.
Me equivocaba al arrojar hacia delante
la piedra para ir por la tangente,
eso solo conseguía que
me la encontrara de nuevo más adelante.
No sé que me has hecho,
a mí ya me habían destrozado
antes el pecho,
y tú llegaste fatuo
con el ademán de reconstruirlo,
Yo reía;
fluía imaginando que jugar a querernos
no era más que otra tontería
que hacía para complacerte,
yo ya no tenía sentimientos.

Pedía a gritos que alguien me salvase de mí misma,
y debí gritarte desalentadora
o susurrártelo demasiado fuerte
pero barriste mis cenizas
y me sembraste un nuevo fuego.
Querría volverte a pedir que te vayas,
que esto no debería pasarme,
no a mí que juré
que nadie más volvería
a jugármela.
Pero qué le voy hacer ya,
yo ya no creía en que apareciese
alguien distinto que me rompiera de nuevo,
yo, que no creía en el amor,
 pero
aquí me ves dedicándote letanías
y creyendo
en
ti.





domingo, 14 de mayo de 2017

Nana para niñas tristes



Silencio, pequeña,
cálmame ese bramido que me llevas
te narraré esta noche
para despejarte de las telarañas
que te mantienen en vela
Vengo a consolarte
a darte los tres deseos
que quiero pedirte que cumplas
y tú anhelas que te concedan

Linda el firmamento
no te quiero escuchar lamento
te estás reflejando
ahí arriba, estás brillando.
Te descubro apagada
en llamas, perdida, sin ganas
así te ves tirada en la cama.
No te gustas, mascullas "por qué esto no se acaba",
no te sale ya llorar, se juntaron tu apatía y el temor a fracasar
desata la tormenta
apréndete a gustar
eres lo único que tendrás para siempre
vas a estar contigo a esta matar.

Mi pequeña niña,
te veo esclava,
condescendiente del amor,
te han declarado la guerra
y tú inocente que andas amando al que está detrás del gatillo.
No te culpes,
no la tienes,
si se te clavó la espina
fue porque naciste rosa
no tires tus pétalos,
¿no ves que los traga el suelo
y tú no paras de mirar
a quién tienes por debajo?
nadie llega a tus plantas.
Guárdate;
siempre serás el secreto
que altere la primavera.

Ve cerrando tus broches
ya es oscura noche
y tus párpados ya cansados
no sienten mucho más dolor
del ya calmado
así que atiende
lo que te susurro al vientre:
Quiérete.
Quiérete cuando pierdas y suba una estrella,
quiérete cuando te dañen,
quiérete cuando no te veas bella,
quiérete cuando de oro te bañen,
quiérete cuando descubras que no te llenan.
Quiérete cuando te sientas sola, náufraga, hundida,
quiérete cuando no te quede tiempo, ni si quiera ganas, te coma el miedo,
quiérate cuando sientas que no encajas,
quiérete cuando barajes la ocasión de ponerte fin,
quiérete cuando pasen semanas sin que nadie te lo diga.
Quiérete cuando te calumnies por el sufrimiento.
Quiéreteme;
porque recuerda que una vez yo te lo dije.
Así que hazme un favor
quítate esa soga del cuello
colócatela en la mano
agárrala fuerte
y
tira de ella
y
levántate

                        [silencio.




domingo, 7 de mayo de 2017

Alas

Nunca se me han dado bien los números, 
pero estoy segura de que a la tercera,
no va la vencida.
Quién se tira desde el precipicio una vez
y acaba pisoteado, no suele volver 
a tirarse del mismo, o al menos 
desde tan alto.
También tengo claro que en algunos casos,
no importa las veces que subas 
porque te va a dar igual la caída
si el precio es ganar la partida.

Y no sé qué es peor.
Porque cuando te haces adicto a intentarlo 
es porque tienes fe en algo.
Y permíteme decirte que,
si alguien en estos tiempos de inseguridades,
cementerios de margaritas en mayo,
corazones de piedra
y cabezas hundidas en estanques,
si en estos tiempos a alguien 
le perdura la fe en algo, ansía.
Y no sé,
pero si vais a seguir pensando
que a veces cuando quieres algo,
es mejor dejarnos ir,
quizás encontremos la respuesta sobre cuando nos perdimos.

Solo diré, que me he tirado muchas veces al precipicio,
sin frenos, sin ruegos, sin miedos,
y he tocado más el suelo que el cielo 
pero
aprendes; que cuando te tiras del precipicio
sin saber cómo vas a caer,
es lo más cerca que estarás nunca de volar,
que una vez que 
has tocado fondo el próximo paso 
solo puede ser despegar.

Nunca se me han dado bien
los números, pero si creéis 
que a la tercera va la vencida
es que os gusta la derrota muy rápida.
Muy rápida.
Y que no sentís, ni de lejos, lo que es,
la libertad.